Bienvenida.....pasa pasa.... La verdad es que si, el viernes, entre muchas otras cosas buenas...., tiene la llegada de un &re-lato, que algunos esperamos asíduamente..... así que estate atenta... y recuerda!!! BUEN FINDE TROPA!!!!
Muchas gracias a todos por la acogida ,estaré atenta los viernes ,seguiré los relatos con atención ,buen finde a tod@s.:baile:baile:baile
Imagino que andará en busca de su musa inspiradora, pero, se le echa de menos cada viernes. Saludos :smile:
No sé dónde está y el caso es que me preocupa. Había aprendido a disfrutar cada relato del viernes e incluso llegúe a pedalear con él por mi jardín particular de montaña. Fue una salida muy particular, marcada por las prisas. Pero al menos lo conocí y sentí que la comunicación fluía sin casi tener que hablar. Siempre, siempre disfruté de sus relatos líricos, jocosos... y pensé en él también este fin de semana largo, cuando me embarqué en una ruta por los Pirineos. Lo pasé tan mal en aquellos caminos que después no me apetecía hacer una crónica de cada uno de los lugares por los que pasé, sino de aquello que sentí. Así que aquí van estas lineas recordando a ese Andrés que vivía detrás de aquel &re que conocimos por sus &relatos y que he vuelto en vano a buscar otro viernes más. Espero que os guste: Pedals de Foc - Voy sin reloj "Voy sin reloj por Olga Román" Así, exactamente así, fueron cuatro días de felicidad despreocupada, en la que uno podía dejar simplemente fluir el tiempo sin preocuparse del correr de las horas y de las prisas que tanto nos atenazan en nuestras salidas. El tiempo pasaba simplemente y uno sabía que tras una subida más o menos trabajosa, otro valle se iba abrir ante los ojos asombrados de un urbanita que ha vivido fuera del tiempo. Y ahora simplemente me pongo a escribir esto y me pongo a llorar. ¡Tal cual! Que no, que no es una imagen poética. Pero si es que es es la cruda realidad. ¡Si incluso llegará cualquiera ahora y tendré que explicar que se me ha metido una mota en un ojo! Pero es que hoy recordaba ese paisaje inabarcable que se abría ante nosotros al llegar al pla del Beret con una cara de la montaña verde, verde, con caballos y vacas flotando en el tiempo, y la otra cara cubierta por nubes amenazadoras y sonido de truenos... Y ahí estaba todo resumido: el paisaje grandioso se había unido con la fragilidad del hombre, pequeño ante las fuerzas de la naturaleza. Allí la emoción estaba en estado puro y, al recordarlo, regresa y se te aferra a las entrañas. Y uno piensa que eso es la vida: pedalear y vivir intensamente. Y en ese lugar estábamos un grupo de amigos disfrutando de una pasión común, llegando hasta ese lugar en el que querría quedarme suspendido en el tiempo. Y allí llegó David, con la fuerza de sus piernas que habría podido dar dos vueltas enteras a la Pedals nonstop sin dejar de reir. Allí esperaba Raquel, a la que sólo una vez conseguí apretar en una subida y que siempre, siempre, te adelantaba con una sonrisa que te encandilaba. (Pero ¡leñe! que te adelantaba en todas, todas las subidas, y no había manera de pillarla, por mucho que te fijaras en su trasero como objetivo ). Y Tom, con su voz de trueno y su tamaño XL, tras el que, al poco tiempo, ví al compañero de mil batallas que uno querría compartir. Y Rafa, que sufrió el último día y apretó los dientes, que tanto nos amenizó las veladas, sacándole doble sentido a cada una de nuestras palabras, hasta que todos estallábamos en sana risa. Y Xavi, sin el que nunca habría conocido aquello, que organizó todo y previó cada detalle. ¿Quién se habría planteado llevarse una bici de más, por si acaso? ¿Quien planificó cada etapa, buscó los tracks correctos, planificó al milímetro cada etapa, llevó todo tipo de material (desde bridas de varias medidas hasta cinta americana)? Diría incluso que se transformó y lo ví guiándonos por el monte y haciendo complicadas reparaciones que otros habían dejado por imposible. Y ahí llegué incluso yo, con una bici nueva tras haber destrozado el cuadro de la anterior, feliz por poder superar dos días terribles, casi sin fuerzas por una gastroenteritis que me anuló por completo, y me hizo parar tras cada mata, caer redondo al suelo y pasar una noche de fiebre. Aquella pradera del plá de Beret significó mucho, mucho. Nunca pensé que sufriría tanto encima de la bici y ahora las emociones me anudan la garganta... Así que ya pierdo el hilo y, simplemente, me dejo ir por un recuerdo que me acuna y, como un niño, me dejo ganar por el sentimiento. Así que, gracias, Xavi, porque, sin tí, ni siquiera me habría planteado una aventura así. Pero tampoco habría pasado de la primera etapa, con un cuadro de bici roto entre mis manos. Ni de la segunda, porque, con la excusa de subir tranquilos, pude aguantar ese Triador, que en otras circunstancias puede que hubiera encontrado asequible, pero se mutó en Himalaya, y pude aguantar hasta el final del camino, aunque fuera arrastrándome y tirándome de la bici, porque se me nublaba la vista. Ni de la tercera etapa, tras una noche de delirio por la fiebre, con el último puerto superado allí en Beret y en aquel descenso por medio de un río, disfrutando al fin como niños. Ni de la cuarta y última, cuando ya recuperados, podíamos subir fuertes y buscar al borde del camino esas trialeras que habrá que hacer algún día. Pero entre esos retos, ya vencidos, ¡cuántas risas compartidas, cuántos momentos de felicidad absoluta, en los que hemos recobrado durante unos días esa adolescencia que ya dejamos atrás! Así que ¡gracias a todos! , porque este urbanita maravillado pasó cuatro días entre las nubes. Y todo esto "sin reloj". Si es que al final va a venir bien que se te acaben las pilas.
Pues... Si, hace ya tanto..y tampoco es que haya pasado demasiado tiempo pero si...hay que ver como todo pasa tan rápido volando volando...crees poder retener los momentos, crees que será para siempre y no, no es así, todo pasa y ya nada vuelve a ser como antes, es ley de vida nos guste ó no. Tampoco podemos quedarnos parados en la nostalgia y el recuerdo, claro, hay que seguir adelante buscando nuevas aventuras e ilusiones pero lo bueno que se vivió y ha quedado atrás pesa y mucho y lo más ****** es que nunca volverá. Como se decía en una célebre película épica, nuestro tiempo, el que hemos vivído aquí, se agota. Buen finde tropa!!
Va en silencio como en sueños más despierto que los demás. Va liviano va sin techo ni puertas a los costados ni vidrios que levantar. Huele escucha se ventila gira esquiva se menea atraviesa torrencial. Mide y frena el horizonte se para airoso en el aire camina sobre pedal. Tiene el motor en la espalda y el corazón en las piernas bombea petróleo venal. Va en silencio como muerto va más vivo que los demás
Hola a tod@s, hace un tiempo que estoy en el foro y no sabia que teníamos un rincon para relatos, está muy bien, llevo un ratito leyendo y me ha gustado. Con la venia yo también me apuntaré a contaros mis historias y cabilaciones, eso sí, no sé si podrá se los viernes, es mi día sabático, je je, aunque creo que lo del día es lo de menos. Os dejo una historia que colgué en otra página del foro y que de haberlo sabido éste hubiera sido su lugar ideal. AVENTURAS DE UN CICLISTA 1- PRÓLOGO La cosa empezó a torcerse al llegar a la cuesta de la sopa (así llamada porque a Genaro “el esmirriao” mientras subía con su 4latas se le volcó una olla de sopa que su mujer le había echado para comer). Mientras subíamos, a Cándido le cayó una piña en la mano que le dejó un moratón y un pequeño reguero de sangre tal que parecía un estigma. Caín se reía y mofaba de él, mientras el otro le increpaba y le decía que era peor que su nombre. Más alante en la vereda del dátil ( que así la llamaban porque un día el nieto del Esmirriao le dijo ; Mira iaio un dátil, el hombre que de vista no andaba muy bien se acercaba y alejaba el elemento en cuestión intentando enfocarlo, tomó un bastoncillo y empezó a rascar hasta que al llegar a lo que debería ser el hueso encontró algo pastoso, miró a su alrededor y lo lanzó con rabia, asco y mala leche y dijo; si aquí no hay palmeras!!!) Cándido, Dios sabe por qué, pegó un frenazo, a Caín no le dio tiempo de frenar y le metió el cuerno del manillar en el culo, éste atravesó el culot, la badana y posiblemente el esfinter, el grito que dio bien lo hubiera querido Tarantino para uno de sus thrilers. Al llegar al salto del loro ( que así lo llamaban porque un dia el nieto del Esmirriao cogió el cassette extraíble del 4latas y lo tiró alegando que nunca cantaban los Parchis ), Cándido que se nos había adelantado se escondió para darnos un susto en la parte baja del salto, levantó la cabeza con tan mala fortuna que Caín en ese momento estaba iniciando el salto, le metió con los tacos de la rueda en la nariz y le clavó dos dientes del plato en la mejilla, del terrible impacto cayó en unos zarzales. Salimos con un ciclista y regresamos con un eccehomo con la nariz de la Esteban. Lo curioso es que en urgencias nos preguntaban que donde representaban esa Pasión alternativa en la que a Jesucristo lo vestían de ciclista. Desde entonces Cándido el único deporte que practica es el billar. El Shimano lo llaman porque junto a las dos cicatrices de la mejilla también le quedó impresa la marca del plato.
bueno pues aqui os dejo un relato que me gusto mucho. http://www.foromtb.com/showthread.php?216522-El-super-heroe-del-MTB.&highlight=
Hoy es mi aniversario... Y estoy contento. Cumplo 49 tacos. El ánimo... un poco bajo. La salud... regular. Y encima hace MUCHO, DEMASIADO que no voy en bici. Y entonces. ¿Cómo **** es que estoy contento?. La edad... no puedo cambiarla. El ánimo... fácil proponerselo pero difícil cambiarlo. La salud... es la que es. Y la bici... La bici sí. Puedo empezar a salir de nuevo. Que poco necesito para que me cambie el ánimo. ¿A vosotros os pasa?. AVENTURAS DE UN CICLISTA 2- ELLOS Ya eran las 8 y 13 minutos y como siempre Romeo llegaba tarde, un irreverente, no tenía ningún respeto a sus compañeros, cada domingo la misma historia, en fin, nos saludamos y empezamos a discutir el recorrido. Llano o montaña, yo me declinaba hacia la montaña, la semana anterior habíamos hecho llano y durante toda la semana había estado entrenando, mis compañeros también. Además, teníamos que prepararnos para la próxima carrera por las montañas de Padres. “Empecemos con los estiramientos de una vez” dije “el Sol ya ha salido y si queremos hacer montaña se nos hará tarde”. Como siempre femoral y cuádriceps primero, gemelos y lumbares después, el orden es importantísimo. Fue durante los lumbares, al levantarme, después de haber tocado por enésima vez el suelo con las palmas (era el único que lo conseguía), que noté un olor insoportable a pescado, huevos podridos y tabaco. Deduje que debería ser metano en combustión. Miré a Romeo que se acababa de levantar justo delante de mí. Instintivamente miramos a la refinería que teníamos justo enfrente. Darío y “el Yónatan”, también miraban. “Al final explotará y nos iremos a tomar por …”. Dije. La dimensión relativa había dado cuenta de la hora octava y empezaba a mordisquear la hora nona. Cuando de entre la penumbra, la figura de un ciclista emergía progresivamente, el parto de la noche, el nacimiento del deporte moderno ataviado de innumerables anuncios. Surgiendo de la nada un pilón publicitario a lomo de dos rueda colocadas en sentido longitudinal al movimiento, desafiando el espaciotiempo, se hizo realidad a mi derecha. A la vez que los débiles rayos del Sol otoñal golpeaban tímidamente en la pequeña figura pixelada que crecía poco a poco hasta hacerse hombre a nuestro lado, Romeo nos saludó. Un proyectil de luz atravesaba la atmosfera tiñéndola en oro y sangre, ésta a su vez iba oscureciéndose a medida que se separaba de éste, tomando, en el lugar más alejado, el azabache como color. A la derecha del astro rey, una fortaleza de acero emergía colosal rompiendo el monótono horizonte. Don Quijote hubiera tenido mil razones más poderosas que las que en su tiempo tuvo para destruirla con razón. Fue durante los estiramientos que ésta nos regalo de sus efluvios, o al menos era lo que Romeo y Nerón intuían al quedarse mirándola. Realmente nauseabundo. Por la cara que hacía el Merón yo diría que el Romero volvía a llegar tarde. Traía un careto el tío, que pa que. El pixa brava lo llamaban en el barrio. Seguro que ayer pilló. Lo conocía ende pequeños. En el barrio juegabamos a la chancla, las bolas, fúngol y encuandoencuando mos íbamos a robar fruta. Después se fue a otro barrio y no coincidí con él hasta lo del Pato. Ende entonces mos hemos visto en los garitos y eso. Hasta lo del Guti que me decidí por otro rollo de vida. Ala!, este pesao otra vez con los estiramientos los guebos , total pa qué, si después llega una cuesta y se nos giña, mucha teoría y to eso, pero si no hay piernas… Venga!, la pierna pa riba pa bajo . Eso!, la esparda, como se dobla más que los demás… Y encima esta peste a ******. ******* de refinería! *****!. Ya me he dormido otra vez. Lo de anoche… Bien, valió la pena. Eso sí, al día siguiente lo pago. Así le doy ventaja a Nerón. Hoy además de la cabeza tengo el cuerpo un poco raro, es lo que tienen los petas, después te da lo mismo comerte un bocadillo de sardinas con chocolate y mayonesa, aderezado con un poco de azúcar glasé. Su cara era de ansiedad, seguro que había estado toda la semana siguiendo uno de esos planes de entreno que él mismo diseñaba, ciñéndose a todas las publicaciones con las que se hacía, sin tener en cuenta que a veces mezclaba unos con otros, siendo, a mi parecer, contraproducentes. Si montaña o llano. Yo hoy hubiera hecho llano, pero al final ya se sabe, Nerón dirige nuestra progresión, y lo correcto antes de la de Prades, es hacer montaña. Empezamos con los habituales estiramientos. Al ponernos con los lumbares, ya fuera por los continuos cambios de presión al levantarme y agacharme para tocar el suelo o porque en las flexiones aprisionaba el bajo vientre, mi cabeza empezó a girar perdiendo en algunos momentos el sentido. En esas decimas de segundo que mi hipotálamos dejó de funcionar, mi recto, deseoso de liberarse de todas las toxinas acumuladas durante cuatro horas de cañas, petas , gula y lujuria, quedo libre de cualquier fuerza represiva y actuó bajo su propia consciencia. Yo diría que primero fueron las sardinas, seguidas del chocolate. Un gas pesado y altamente inflamable actuaba como aglutínate. Es curioso, al igual que la luz, se diría que los olores también tenían una frecuencia asociada, como al colocar un prisma separamos los distintos colores de la luz visible, el olor también se podía separar al dotarlo de su propio prisma, pero cuál seria, ¿el humo, el alcohol, …el flujo?. Cualquier cosa que hubiera pasado por mi boca. No merecía la pena hacerme cocos, ahora tenía que disimular. Me puse a mirar a la refinería. PD: Muy bueno lo del súper héroe.
Por donde iba? Ah, sí. AVENTURAS DE UN CICLISTA 3- EN MARCHA Realmente nauseabundo. Como alma que lleva el diablo, Nerón tomó su montura , clavó sus espuelas en los pedales, apretó los flancos y despegó. Guantes contra riendas y querencia a levante se alejó sin mediar palabra. Jonathan y yo, tras él, Romeo nos seguía a cierta distancia. Una vasta llanura formaba un mosaico, en ocres y rojos sobre verdes que nos daba la bienvenida. Impulsados desde nuestra atalaya, un jirón inerte en el collage nos guiaba zigzagueando sobre él y perdiéndose en el horizonte. Cuantos de luz azulada invadían cada vez con más ahínco nuestra presencia, transformando la penumbra en transparencia y la dislexia de los maillots en slogans. Una pausa publicitaria más allá, la Riera de los Gorrinos rompía la monótona cadencia, un río de arena brava, nos ofrecía un mar de posibilidades, siendo la sorpresa la definición más apropiada para este tipo de terrenos. Flanqueada por una cascada de zarzales y salpicada de pozas opacas se enfilaba al norte. La textura nos ordenaba subir unas pocas coronas, enriqueciendo la cadencia y la habilidad. Mis seis sentidos suplicaron a la diosa Adrenalina. La primera vez que veía a Nerón salir sin acabar los estiramientos. Tomó la calle de las mierdas que daba a la explanada de los chuchos, donde paseaban los amos y bajamos por un senderito hasta los llanos del tío Pepet, desde allí un camino suave nos acompañaría un buen rato. Ya fuera por vergüenza o por educación decidí seguir un poco alejado de mis partenaires. La cosa lejos de mejorar se complicaba por momentos y mi cuerpo después de haber probado los placeres de la liberación, sucumbía constantemente. Una estela expansiva similar a las lanchas en el mar, salía despedida tras de mí. Pequeñas partículas en putrefacción surfeaban sobre sus olas bombardeando todo lo que en su camino se cruzaba. Las pocas flores que aún quedaban se protegían cerrando los pétalos, algunas tanta fuerza hacina sobre sí que acababan implosionando, formando un pequeño y efímero agujero negro, otras como las margaritas, dada la morfología de sus pétalos, no les serbia de nada el cerrarlos y acababan muriendo marchitas y grisáceas. Chicha, la planta carnívora, al cerrarse se atragantó con una mosca semidigerida y acabó por escupirla y vomitando sabia. Dantesco el paisaje. Al llegar a la Riera de los Gorrinos, la geometría de mi onda expansiva que estaba definida por la velocidad, varió en consecuencia, desplazándose, en mi prisma imaginario, menos al rojo de lo que lo hacía en los llanos, permitiendo que parte de la onda viajase por delante de mí. A través de esta simple ecuación calculaba la distancia a guardar respecto a mis compañeros. Todo fue muy rápido, Darío dio un quiebro a la izquierda, sin poder evitar el charco, el Yónatan a la derecha si poder evitar la piedra, Nerón ya estaba en los zarzales y el conejo inmóvil en el centro. Yo este olor no lo aguanto porque no me da la gana, así que cojo la burra y al camino, que con aire la cosa se llevará mejor. Empezamos por los llanos del tío Pepet, un camino llano, compacto y sin piedras ni arena, ideal para calentar. Durante estos 5,3 km la musculación se ponía a punto para afrontar las duras rampas de la Cuesta de la Sopa. Tomé mi posición de ruta y empecé con un ritmo suave pero constante, aumentando la potencia progresivamente, para llegar a la Riera de los Gorrinos con la musculación bien suelta y en estado óptimo de fuerza. La Riera de los Gorrinos debía su nombre a la concentración de granjas que en el pasado se acumulaban a lo largo de ella. Terreno arenoso y de diferentes texturas, salpicado aquí y allá de innumerables charcas de lodo porcino y agua. Era necesaria una gran pericia para circular por ella sin quedar atrapado en parcelas en la que la consistencia de la arena variaba. Lo ideal era poner molinillo y aumentar la cadencia a la vez que se aguantaba el equilibrio en el difícil arte de esquivar piedras sin quedar atrapado en la arena. Qué os voy a contar! A diez metros un conejo con mixomatosis corría sin saber a dónde. Ciego como estaba, se daba porrazos contra los márgenes y árboles sin saber qué hacer. Yo, que bastante faena tenía con mirar por donde iba, me encontré de repente con un conejo que se detenía justo delante de mi rueda, me miraba con sus ojitos saltones y opacos suplicando clemencia. Lo esquivé haciendo gala de mi destreza y habilidad. Que conste, no me hubiera metido en los zarzales si no fuera porque miré a tras para ver si los demás lo podían esquivar. ***** nen!!! Un conejo!!!. ***** nen!!! Una piedra!!! ***** !!! Qué *****!!! Primero el Merón un barrigazo en las zarzas, yo que me había dao en el gueso de la risa y me acordaba de su **** madre del que le puso ese nombre. El gueso de los ******* le tendrían que haber puesto y el Diario que había hecho un Mark Spitz en el charco, pero lo más fuerte fue al levantarme. El Romero estaba parado al lado del conejo y por detrás un paisaje escuchimizado que me recordaba las pelis de guerra de los nazis en el Kursal. Y el conejo allí pasmao que se restregaba los hocicos con las patas y se daba guantás con las orejas para darse aire o para despertarse de un mal sueño o yo que sé. La que había liao el Playboy de los *******! y allí parao como si no fuera con él la cosa. De repente salió a fondo que te cagas! y venga!, a pegarse jetazos contra un margen, a lo primero pensaba que no atinaba con el camino, pero al ver que el menda seguía por el mismo lao, parecía que se quisiera matar, hasta que al final cayo con to el tarro reventao y la mitad de los sesos en el margen. Al final estiró la pata que parecía que aún daba las gracias por haberse librao de yo qué sé. Uno mirando la bici, otro mirando el móvil y yo mirando el conejo colgao. El Romero que se había librao, se lo miraba to flipao. Vaya película nen. Y otra vez esta peste a ******, ****. Mis reflejos hicieron que lo esquivase, la coincidencia que un charco se cruzara en mi camino, la mala suerte que mi rueda patinase, la Ley de Murphy que el pie no saliera de la cala y la de la gravedad que me precipitara al charco. Mi primera reacción no fue incorporarme, ni ver si me había hecho daño, ni la más importante, mirar si alguien se reía al verme. No, la primera fue que mi mano derecha impulsada por su propia consciencia, se lanzara endemoniada al bolsillo derecho para ver si mi GPS, agenda, office, calculadora y que además sirve para llamar, se hubiera mojado. El cerebro también está en crisis !!!. Me siento triste y desprotegido, ahora sé que si me caigo por un balcón, mi cerebro dará más importancia a mis zapatillas Levi's que a mi cabeza, en consecuencia me hará girar 180º
Echo de menos el latir de los teclados esas palabras hambrientas en los relatos. Y por las tardes cuando abro la “ventana” sigue vacía ni relatos, ni nada. Lo mismo los echo de menos lo mismo que antes los leía de más. AVENTURAS DE UN CICLISTA 4- PREPARADOS? Estaba curioso el Diario en gayumbos, tres pelos rastras en cada pezón y una ristra de hormigas ende el ombligo hasta sus partes. Blanco como la teta una moja, piernas palillo con las rodillas inflamás y con el pellejo que se le montaba en las costillas tal que los niños del Domund. Daba cosa verlo y te entraban ganas de darle las barritas que tenía pa pasar el wiken, eso sí, después del salto del ángel el tío no se había chinao y decía que seguía tirando. A su lao el Merón mirando la burra por si se le hubiera rallao, con una cara de mala magí que aún se le hacía parecer más al mote que le había puesto na más conocerlo. Con sus ojos saltones, piel brillante, cabeza gorda y redonda y los labios perfilaos, era el vivo retrato de un pescao de esos. El Romero seguía al lao del conejo que estaba como momificao con sus orejas tapándose la cara y las patas de alante metías en la tocha. Estuve a estas de hacerle una foto pal National Geographic y que explicaran ellos lo que le había pasao, si tenían *******. Al rato, después de haberse secao el Diario, haber escurrió la ropa y soplao en el móvil hasta quedarse desgañitao, mos dio el siroco y mos metimos otra vez en briega, pillamos las gordas y al lío que quedaba lo más heavy. Todo parece correcto, no se ha rallado, las ruedas bien y no parece que tengan ninguna espina clavada. Bueno el mallot algo roto y manchado de sangre, el culote se había enganchado en una zarza y al estirar se rompió por la parte trasera dejándome la hucha al aire, tuve que ponerme entre el culo y el culote el diario que llevaba para cortar el aire en las bajadas, más que todo para no incomodar a mis compañeros que iban detrás, los brazos los tenía llenos de arañazos y gotitas de sangre y en la rodilla empezaba a resaltar un moratón. Por suerte nada en la cara. Por lo menos yo no había caído en el charco y aun suerte que éste era de agua y no de purines añejos. Aun así, yo nunca había visto a Darío tan mosqueado, su alegre retorica se había agriado de golpe, nunca tan bien dicho. Seguimos por la riera hasta el Mas de las Ánimas, donde tomamos una pista olvidada de 2,3Km que estaba siendo devorada por la vegetación y era cuestión de tiempo que se convirtiera en un sendero frecuentado sólo por ciclistas. El futuro sendero nos conducía, haciendo slalom a través de la vegetación, hasta las balsas del tío Arrastrao, antiguos depósitos para regar a los que el Arrastrao sacó en su momento pingües beneficios y que con el tiempo y el abandono se habían convertido en un pequeño ecosistema rebosante de vitalidad, quizás demasiada a juzgar por la cantidad de insectos que se quedaban atrapados en el maillot al pasar por allí. Tomamos el Prado de las Enaguas para afrontar las primeras rampas, las más ******** que habían sido mal asfaltadas 101 vez y el resultado eran unos escalones de cemento con arenilla, piedras sueltas y un desnivel del 18.5%, sólo faltaba un tío dándote con un mazo para hacerlo más difícil. Yo seguía en mi posición de enroque, a cierta distancia, parecía que la cosa iba mejorando. Hoy me había traído a Furia, mi fiel amiga, mi Cannondale. Aunque ya jubilada, seguía gozando de ciertos privilegios, reservándole las salidas más guapas y hoy suponía que haría la Cuesta la Sopa para preparar la de Prades. La Otra, que aún no se había ganado un nombre, era más ligera, una fiera subiendo, pero para bajar, Furia, con su amortiguador central quizás un poco justito comparado con lo de hoy en día, pero que bajo mejor y punto. Lo nuestro fue un flechazo, cuando la vi en el escaparte, sobria a la vez que elegante, se me fueron los ojos, hace ya 14 años de eso y no tardé mucho en hacer los tratos, 5 minutos a lo sumo, consiguiendo arrebatar al tendero un valioso regalo, una caja de parches. Al llegar a las balsas del tío Arrastrao, se nos asignaban las moscas que nos acompañarían durante toda la Cuesta, esta vez a mí me tocaron Reta, Pota y Hez el mosco, tres simpáticas moscas ansiosas de tomarse un chupito de sudor y de animar la fiesta hasta la cumbre haciéndola más difícil si cabe ya que además de pedalear, aguantar el equilibrio y sufrir debíamos subir con una mano, la otra se utilizaba para espantarlas y resoplando con la boca cerrada por si acaso. Por otro lado cada una de ellas tenía sus preferencias, a Reta le encantaba ponerse entre las gafas y los ojos, haciendo que en muchos tramos tuviera que ir guiñándolo, a Pota, la comisura de los labios, que a veces no era tal y atrevida, se introducía en las fauces de su mentor y Hez… Hez se iba a dar un festín, si más no de fragancias, pululando ansioso por mi badana, buscando y rebuscando la entrada a ese Edén que vislumbraba y que, inexplicablemente, no lograba alcanzar, por lo menos Hez no molestaba tanto como sus compañeras y se entretenía por la parte trasera descansando de vez en cuando en una rodilla y cavilando por donde estaría la entrada del paraíso. Nos dirigimos a las primeras rampas a través del Prado de las Enaguas, donde acudían antaño los mozos y mozas de la vecindad para aliviarse de sus pasiones impúdicas. El pasillo de arenas bravas, sí, ése que ofrecía un mar de posibilidades, me había obsequiado con su húmeda sorpresa, dándome un pernicioso enfoque del gregario hobby, regalos de esos que alientan a seguir la concluyente ventura del Shimano. En el Mas de las Ánimas tomamos una troncha, encarada insolente al majestuoso cierzo, que hacía honor al nombre del lugar en que nacía. Serpenteando malévolamente a poniente, había sido engullida por la cochambrosa maleza y saturada de vegetación impropia de un jardín botánico nos ponía otra vez entre las cuerdas, o entre los mugrientos aguijones de los infinitos espinos que acechaban a uno y otro lado del Vía Crucis. Recuerdo de una concurrida senda, el tiempo la desvirtuó en el solitario surco que arrendaba morada a bichas engullidoras de bichos. Diminutos hilillos transparentes y pegajosos cosían con tesón la desventurada senda y se nos unían en tan funesta expedición a través de la jungla del Averno, provocando continuamente al sistema nervioso que ordenaba una y otra vez a privarse de riendas y defenderse de los pringosos polizones. Las tinieblas devoraron al mismo instante de tomar la impropia vía el cristalino entorno, saturándolo de polvo que cobijaba a las fétidas partículas que nos acechaban desde el crepúsculo y que volvían a invadir con codicia nuestra subsistencia dominical. Realmente nauseabundo… y patético. Igual que en otros tiempos, el Prado de las Enaguas, obsequiaba al visitante de cierta sensación de éxtasis al desprenderse de tan inmundo entorno y como en el pasado los mozos alcanzaron la gloria, ahora los jinetes del carbono la encaraban también en forma de escalera al cielo. Una majestuosa mole nos aguardaba indiferente.