Érase una vez una isla en la que cortaban la pirula a todos los hombres al cumplir los 30 años de edad. La tala era llevada a cabo de una forma muy especial, ya que la hacían según la profesión. Aquel año, llegado el día del evento, había una fila enorme de hombres, todos llorando. Profesión del primero, carpintero: se la cortaron con un serrucho. Profesión del segundo, albañil: se la reventaron a ladrillazos. Profesión del tercero, carnicero: con un enorme cuchillo. Y así, sucesivamente... Pero el último de la fila se meaba de la risa. Un empleado gubernamental le dice: Vamos a ver, imbécil, estamos a punto de cortarte el pajarito y te estás partiendo de risa. ¿Me quieres decir de qué te ríes? De que vendo helados. Y os vais a hartar de chupármela hasta que se caiga.
Un náufrago llega a una isla desierta acompañado de un cerdo y un perro. Pasan los meses y el náufrago tenía sus necesidades insatisfechas, ya sabéis. Entonces ve al cerdo que estaba por allí comiendo , y al ver el culito sonrosadito el tío se pone a 100, se va pal cerdo con los pantalones por las rodillas y cuando va a cometer el acto sexuarl aparece el perro ladrando y espanta al cerdo. Y así un día, y otro día, un mes,... un año... Cada vez que se disponía a desahogarse aparecía el perro ladrando. Un día llega a la isla una náufraga que estaba buenísima y el tío pues la pone a salvo. La tía en muestra de agradecimiento y viendo que de allí no saldría le dice: pídeme lo que quieras. Y el tío le contesta: sujétame al **** perro mientras me follo al cerdo.