Esta propuesta transcurre por un paraje muy herido por lo natural, pues buena parte discurre por una profundidad no ponderable, y concavidad indecible, bien apartada de poblaciones, con zonas aisladas por las aguas que la horadan y la cercan. Son muchas las nieblas que la ofuscan, y a cada paso las piedras se desgajan, porque son de una clase deleznable, porque las desunen las muchas lluvias, los calores del verano y los hielos del invierno. Considerada por algunos como una profundidad horrenda donde no pueden vivir ni las fieras. Según relata la obra de Fray Felipe Vázquez el monasterio contaba con: "En esa pequeña lengua de tierra que antes mencionábamos existía, según este autor, «una hermosa capilla o iglesia muy acomodada con dos naves, coro muy bueno, sacristía suficiente, hermoso camarín .../... Y para sus capellanes, pobres de solemnidad, el mismo corto espacio referido tiene una muy religiosa clausura, y convento, con todas las correspondientes oficinas, claustro alto, y bajo, tránsitos y dormitorios, y en suma no se echa de menos cosa alguna que tenga el mejor Convento de esta Santísima Provincia, y que pertenezca para la regularidad de una comunidad de Veinte y ocho religiosos, o treinta que suelen habitarle .../... Para obsequiar a los huéspedes devotos, hay también en dicho corto distrito una capacísima Casa, y plazuela, y es una admiración del ingenio, ver como en tan pequeño campo se ha hecho para todo esto lugar." LEER MÁS en https://rodadasperdidas.blogspot.com/2021/08/dragones-en-las-hoces-del-rio-duraton.html