Bueno pues tendremos que ir socios. Lo que pasa que ahora viene mala época para las kdadas. Hoy sali un par de horas con Almen y Miguel y hacia un calor muy agobiante. También es verdad que al principio íbamos fuertecito y eso que ibamos a probar la.biciarte plus jajajjaa El campo ademas tiene poco agarre y las bajadas están peligrosas. Bueno el jueves y el viernes posible salida mañanera Enviado desde mi G630-U20 mediante Tapatalk
Al final va a ser cierto que no es posible... ¡PEEEEEEERDÓN! Opción B, a través de Garmin Connect: https://connect.garmin.com/modern/course/12769282 https://connect.garmin.com/modern/activity/1218989523 Con uno de esos dos debería ser posible. Y a las malas, éste es el track que seguí yo, lo único sería que la bajada final en La Jarosa sería distinta: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=1118466 Si ahora no conseguís el track, lo comparto con cervezas de por medio
En strava tú te puedes bajar tus tracks pero no los de los demás salvo que seas premium Y un emilio con él track como toda la vida?
A los que podáis, el abu ya dijo que si jeje, yo tengo idea de subir el domingo a la sierra y ya se puede hacer
Yo este finde me animo a ir algún día a hacer algo un poco técnico por la sierra, si os decidís a algo colgadlo por aquí! Enviado desde mi X5 mediante Tapatalk
Lo de la sierra está chungo, la gente ahora en verano se pira los fines de semana a la playa/pueblo a mojarse el ojal y queda poca gente por aquí, yo seguramente salga 3 horitas el sábado por la mañana, si te cuadra le damos un repaso al Parque Natural y alrededores.. Enviado desde mi iPhone utilizando Tapatalk
¡Hola! ¿Podéis ayudarme con esta encuesta? Sólo son 5 minutos y es para mi trabajo de fin de carrera sobre cicloturismo. ¡Muchísimas gracias! Sólo gente de Madrid, por favor. http://www.e-encuesta.com/answer?testId=4OJYD6v9868
Buenas llevo un año parado y me gustaría empezar a salir de nuevo ya que tengo algo más de tiempo ahora. El nivel no es muy alto pero me gustaría empezar para la segunda semana de Julio ya que estaré de vacaciones la semana que viene. Soy de Coslada y hace unos años he salido con algunos compañeros de este foro. Si alguien de Coslada san Fernando o torrejon para rodar entre semana algunas tarde y el resto los domingos estoy dispuesto a salir. Enviado desde mi iPhone utilizando Tapatalk
Bueno, paso a contaros un poco más en detalle mis aventuras por el Bierzo, que igual la otra crónica os ha sabido a poco, je je. Hagan el favor de ponerse cómodos, y tener a mano material para comer y beber, que esto comienza: El viernes por la mañana fui a dar unos pedales por los alrededores de Ponfe, con la intención de estirar las patas y aclimatarme un poco a la zona. 1h45 buscando tramos lo más llanos posible. Comí pasta como si tuviera hambre. Por la tarde fui a recoger el dorsal y el maillot, ambos materiales obligatorios para la ruta. Es la única marcha que conozco en la que todos los participantes llevan el maillot de la marcha (y lo cierto es que el efecto mola). Pregunté también por el track y los puntos kilométricos de los avituallamientos, a lo que me contestaron que habían tenido que modificar el recorrido por varios motivos (celebración de una prueba del campeonado de España de Rallies de tierra, senda destrozada por los jabalíes, sendas cerradas por la vegetación,…), que no me preocupase, que el recorrido estaría bien señalizado, y que los avituallamientos estarían donde siempre, cosa que para mí, novato en la prueba, no terminaría de tranquilizarme. Estos detalles no me dejaban muy buen sabor de boca para empezar, pero el hecho de que los organizadores fuesen todos paisanos de 5X años, morenos y fibrosos como cachos de cuero me daba ciertas pistas de lo que me iba a encontrar. Por otra parte, no debí ser el único que lo preguntó, ya que por la noche subieron los ptos km de los avituallamientos a Feisbuc. Para la cena caería más pasta y agua a porrillo, preparé los trastos y a sobar no muy tarde, que al día siguiente amanecería temprano. Antes de las 6 de la mañana estaba ya agarrando el desayuno y preparándome, queso y tostadas para parar un tren. Había dormido bastante bien, así que las sensaciones iniciales eran bastante buenas. Lo mejor fue ver por la ventana el cielo gris, compacto como un azulejo, lo que quizás garantizaría no morir evaporado por el calor. La salida iba a ser temprano, a las 8, así que una media hora antes cogería la bici y me iría dando pedales, ya que mi familia vive en el mismo Ponfe. La segunda grata sorpresa sería encontrarme el hecho de que la temperatura sería perfecta, tanto que mis manguitos se quedarían en casa. Finalmente fui de los primeros en llegar al Castillo Templario, lugar de la salida y llegada de la prueba. Saludé a un par de paisanos de mi pueblo, que son asiduos a la prueba, y nos fuimos mentalizando. Nos hicieron entrar en el Castillo, ya que empezaríamos saliendo de él, y a las 8, puntualmente, estaríamos ya dando pedales. Éramos del orden de 170 en total, incluyendo los de la larga y la corta. https://www.facebook.com/video.php?v=1738928919707054 Empezaríamos con salida neutralizada (en el vídeo aparezco en el segundo 23), pasando por el ayuntamiento y saliendo de la ciudad por Puente Boeza para montarnos en el Camino de Santiago, hacia Molinaseca, en sentido contrario a los peregrinos. El comienzo era fácil, pero al igual que en Pastrana, la gente había metido la directa, y yo me había quedado atrás, como siempre. Poco me importaba, ya que SÓLO quedaban 75 km. Llegaríamos a Molinaseca, cruzándolo por la calle principal. Se hacía raro, puesto que esa calle sólo la suelo recorrer los domingos, de cortos, ja ja. La salida del pueblo, cómo no, sería por el puente románico, y acabaríamos en la carretera. Las montañas son no muy altas, pero verticales como ellas sólas, por lo que me da por dudar si no subiremos demasiado tiempo por la carretera… ¡Pues no! Resulta que menos de 1 km después empezaría la primera subida de verdad, fuera del asfalto. Resulta que el Camino de Santiago discurre fuera de la carretera, y nosotros vamos a ir por él. Un camino estrecho y roto, con unas planchas de pizarra enormes, talladas para poder meter el camino, que nos sacan los primeros cartuchos del pecho. ¡Y eso sin comentar la pendiente! No hay respiro, y aunque por suerte somos pocos, alguna vez toca poner pie a tierra por el de delante, otras veces el de delante soy yo, je je. De ese modo, uno de esos cincuentones, finos y curtidos (Ignacio, poli local de Ponfe), y yo nos hicimos compañía hasta el Acebo. Pasaríamos Riego de Ambrós, punto intermedio de la pesadilla, y seguiríamos subiendo por una senda nueva, abierta a base de desbrozadora (poco a poco empezaba a entender lo de los cambios de trazado), y de mala leche, porque la sendita de marras alcanza un 24% de pendiente, solamente. Mi fino equilibrio, y la falta de tacto de uno que ya se había bajado de la bici hizo que yo también echara pie a tierra. Fue aquí donde cacé a mis paisanos. En el Acebo, tras 9 km infernales cuesta arriba, tendríamos nuestro primer avituallamiento, en el km 16, y aquí empezaron a marcarse las diferencias. El avituallamiento estaba compuesto por agua, fruta, … barritas/geles energéticas de Power Bar (no sucedáneos ni cosas raras) y bebidas isotónicas. Esto sí es un avituallamiento. Dado que llevaba 1h20 de ruta (con tan sólo 16 km recorridos), llegó el momento de apretarme mi primer gel. Repuse agua, y a continuar. Seguiríamos por una senda ancha, que poco a poco se iría estrechando y poniendo cuesta abajo. Era nuestro primer descenso. Algo más de 2 km estrechos y encerrados entre vegetación que nos dejarían una única trazada por el interior de un surco, cosa que no me gustaba nada. Además, el terreno estaba ligeramente resbaladizo, por algo de grijo/arena gruesa. Esta bajada la hice con mis paisanos, que los jo díos bajan bastante bien (hace unos años me enseñaron una bajada por aquí en la que me pasé el 50 %, si no más, pateando, cosa que ellos no hicieron, el dichoso pas pas). De este modo llegaríamos al corazón del valle del río Meruelo, donde está la antigua herrería restaurada, del siglo XIX, que se puede visitar. Justo nos desviaríamos para coger la senda de la herrería, y menudo plato de menú mountemplario me aguardaría. Imaginaros una senda del estilo de la de Luhigi en la zona de los barrancos, verde a rabiar, flanqueada por robles, que son los que evitan que te despeñes, y castaños y cerezos en tramos algo más civilizados. La senda es muy estrecha a ratos, con alguna raíz, piedras, etc. ¡Y PARECE QUE NO SE ACABA NUNCA! Serían unos 4 km hasta el siguiente pueblo, Espinoso de Compludo, aunque el último km, si bien estaría algo más abierto, tenía una pendiente más que considerable. Fue aquí donde abandoné a mis paisanos para continuar a mi ritmo. Llegando al pueblo, que está agarrado a una arista de uno de los montes, en el Teso del Chano, las vistas de la olla Berciana, con su odiada Central Térmica, enmarcadas por las ramas de los árboles que me mantienen escondido hacen que se me encoja el corazón un poco, y es que sí, estoy enamorado de mi tierra, y para colmo por fin la estoy pedaleando con una ruta 5 estrellas. En el pueblo tenemos otro avituallamiento, con niños animándonos, caballeros templarios atendiéndolo y jaleando al personal… ¡qué maravilla! Estaba en el km 25, iban dos avituallamientos, y la cosa era que no sobraba ninguno. ¿He comentado que en total había SIETE avituallamientos? Desde Espinoso vendrían como 5,5 km de senda un poco más pacífica, en lo que a pendiente se refería, pero con unas vistas siempre impresionantes, y aquí sí, más acompañado por cerezos y castaños, y terrenos algo más abiertos. La senda consistía en una camino ancho, totalmente cubierto de hierba, por el cual se podía rodar tan sólo por las dos roderas de los vehículos. Serían las 10:30, más o menos cuando llegaríamos a uno de los puntos emblemáticos de mi tierra, San Cristobal de Valdueza y su majestuoso Tejo milenario, vigilando la olla desde su emplazamiento privilegiado, en la carretera que sube al Morredero, carretera que une Bierzo y Cabrera leonesa. Nuevamente tocaría parar para avituallarnos. Unos km antes oí a algunos diciendo que ya olían el jamón, según subíamos. En San Cristóbal entendí por qué, y es que, en este avituallamiento, además de lo habitual había un templario cortando jamón, con pedazos de pan de hogaza, como Dios manda, de la de allí, de esa que hace que se me salten las lágrimas cuando le hinco el diente… Me avituallé convenientemente y seguí mi camino. Desde San Cristóbal tocaba adentrarse en el Valle del Silencio, que viene a ser un tajo profundo en los Montes Aquilianos, donde siempre, independientemente de la época del año, hay sombra y temperaturas frescas y agradables a orillas de su río, el arroyo de manzanedo, que poco más arriba recoge las aguas del arroyo de Peñalba. Peñalba de Santiago, pueblo que no llegaríamos a visitar, y que ha sido declarado este año pueblo más bonito de España. Y si el valle es tan profundo, ¿cómo iba a ser la bajada? Pues su nombre, del que me entero justo antes de empezar, me da algunas pistas: “La bajada del Demonio”. Sí, nombre evocador, cuanto menos. 2,5 km cuesta abajo por la ladera del Chano Corral. Uno de la zona bajaría justo delante de mí, dándome algunas pistas muy bien recibidas. La pendiente se va poniendo interesante, hasta el punto de hacer una buena parte con el culo rozando la rueda trasera. La senda es estrecha, pero da margen para trazar, aunque hay tramos en los que lo único que se puede hacer es echarle huevos y el culo para atrás, y elegir la trazada adecuada. En este tramo volvería a encontrarme a Ignacio, el Poli, con el que había subido la senda del Camino de Santiago, y que finalmente me había dejado atrás. Le vi desmontado, y después me enteraría de que se había caído y que acabaría desviándose hacia el recorrido corto, que salía justo después de esta bajada. Este primer tramo estaba más abierto, pero más adelante nos internaríamos en un robledal, para continuar enlazando zetas y tramos extremadamente divertidos. En esta bajada encontraríamos los tramos más inclinados de la marcha, alcanzando desniveles del 35% (Dicen que una imagen vale más que míl palabras… aconsejo ver el vídeo). Una vez en el arroyo, paso la bifurcación de la marcha, en sentido hacia el recorrido largo. Justo allí había un grupo de bikers jaleando y animando a todos los que pasábamos, cosa que se agradecía, la verdad, porque lo hacían con muy buen humor. En ese momento tocaría volver a subir… y si bien acabábamos de hacer la bajada del demonio, lo que no sabía era que la subida hacia Montes de Valdueza, perfectísimamente podríamos bautizarla como la “subida infernal”. Serían 4 km de senda, con 1,3 km de escalada inicial de infarto, con tramos rotos y técnicos que se encaloman sobre planchas de pizarra, rota y tallada, para abrirnos paso en mitad de una ladera tupida y vertical que permite unas vistas brutales. Aunque me había dicho a mí mismo que no pararía para hacer fotos, finalmente, cuando alcancé un ansiado tramo llano, sacaría la cámara para hacer un par de ellas, y seguir recuperando el aliento, poco a poco. ¡¡2 km llanos!! Y qué vistas. Esta parte la conozco bien, porque rara es la vez que no me escapo a enseñarle tanto Peñalba como Montes a cualquiera que se despiste, pero estar aquí con la bici, en mitad de la nada, rodeado de tanta maravilla, me supera por completo. I M P R E S I O N A N T E A partir de aquí se acabaría la paz. Nuevamente llegarían la pendiente despiadada y el sendero técnico y enrevesado que seguirían exprimiéndome y obligándome a gastar cartucho tras cartucho. Esta marcha se caracterizaría por una cosa curiosa: nunca jamás en toda mi vida he pulsado tantas veces la palanca para subir piñones, aún a sabiendas de que ya no quedaban más. En casi todas las cuestas me encontraba con ese acto reflejo, y la frustración posterior de saber que sí o sí, tendría que seguir penando con el desarrollo que ya tenía seleccionado, plato pequeño y piñón grande, la combinación estrella de la Mountemplaria. Entrar en Montes por su única calle de tierra, y con las vistas de los restos de su impresionante monasterio no tiene precio. Saliendo ya del pueblo, encontraría el siguiente avituallamiento, donde podría engrasar la cadena y devorar alguna barrita energética y un poco de fruta, además de reponer el bidón con Aquarius. Aprovecharía para charlar un poco con el paisano de la organización, y me dejaría claro que como casi siempre, la fereración y la diputación no hacían sino poner cada vez más trabas, y que cada vez les costaba más sacar la marcha adelante. Tristes palabras, la verdad. A partir de aquí, 4 km cuesta arriba, por pista ancha y cómoda, que me permitiría recobrar el aliento medianamente (yo, recuperándome cuesta arriba… ¡a dónde vamos a parar!). Aquí entablaría conversación con otro participante, que me haría compañía un buen tramo. Él conocía bien el recorrido, pero era también su primera participación oficial en la marcha. A medida que abandonábamos el arropo de los castaños, seguíamos ganando altura, y las vistas eran cada vez más espectaculares, llegando a ver a lo lejos el enorme crestón de roca desnuda que vigila Peñalba de cerca. La subida acabaría en el Collado de los Doce Apóstoles, a los pies del pico La Guiana, o Aquiana, como también se conoce. Aquí se acabarían las nubes, con lo que Lorenzo empezaría a hacer de las suyas. Lo bueno era que ya eran cerca de las 12, y el sol comenzaba a asomar justo a esa hora, con lo que “sólo” sufriríamos su compañía durante cerca de 35 km. Seguiríamos tranquilamente por pista unos km más, lo que nos permitiría seguir intercambiando opiniones. Lo cierto es que se agradece compartir ruta un rato, porque con poco más de 100 participantes en el recorrido largo, se hace bastante complicado coincidir con alguien. 4,5 km de paz, tocando incluso un pequeño tramo de asfalto, acabarían dejándonos de nuevo en una senda estrecha y tupida, que empezaría obligándome a echar el pie a tierra, como presentación. Y así nos adentraríamos de nuevo en un robledal, esta vez la sensación de estar en mitad de la nada se acentúa bastante. Poco a poco la pendiente cambia, inclinándose hacia abajo al mismo tiempo que echamos el culo atrás. La senda, preciosa nuevamente, se convertiría una vez más en un slalom entre robles. Curvas y más curvas, se sucedían para nuestro disfrute, hasta que finalmente, tras sólo 1 km de bajada, dimos con el siguiente avituallamiento, esta vez en mitad de la nada, cerca del pueblo abandonado de Ferradillo. Repuse bebida, una vez más, y para reponer carbohidratos, qué mejor que unos buenos trozos de empanada de acelgas. Nada de hojaldre, empanada de las de veras… También tenían cerveza, pero preferí no pasarme de listo. Me contaba Fabio, mi compañero de ruta a estas alturas, que la senda que venía ahora era nueva, y que me iba a gustar. Nos esperaban 7 km cuesta abajo por senda estrecha, metida con calzador en el bosque. Una vez más, se trataba de una senda retorcida y bonita a rabiar, técnica, y rápida a ratos, pero siempre totalmente encerrados entre árboles. Esperé un par de veces a Fabio, pero éste me dijo que no lo hiciera, que ya nos veríamos, y así lo hice, me dejé llevar… ¡Qué vicio! Era imposible dejar de moverse sobre la bici, ya que a cada instante había que rectificar, cambiar pesos, absorber escalones, etc. En uno de esos escalones llegó mi parcela, en el km 50, sin casi verla venir. Acabé acostado encima de una jara, con lo que caí sobre blando, afortunado de mí. Me recompuse rápido y seguí bajando… ¡QUÉ GOZADA! Un rato después me dio por comprobar los km que llevaba y, sorpresa, ¡el GPS no estaba! Y con él se había ido también el soporte. ¡La potencia estaba totalmente desnuda! Allí mismo dejé la bici y comencé a desandar el camino, trepando por la senda (menos mal que la pendiente no era descomunal). De subida me crucé con Fabio y otros dos, nada más, y tras unos eternos minutos de subida, reconocí el lugar de mi caída, y allí estaban, mi GPS y su soporte, esperando por mí. Vuelta a por la bici, ya que desde luego, nadie salvo algún duende ca brón, se iba a llevar mi bici, ja ja. Eché el GPS al maillot, y seguí disfrutando de la bajada, hasta el km 54, donde terminó, para convertirse en una hermosa rampa, tipo pared, entre castaños, donde mis primeros amagos de calambre hicieron acto de presencia. Me bajé para evitar la electrocución, estiré un poco el abductor eléctrico, y volví a seguir. A pesar de que el sol llevaba ya un rato sacudiendo sin piedad, el hecho de que no saliera de entre los árboles hacía que la temperatura siguiera siendo más que razonable. Tras el repechazo, la senda volvía a ponerse cuesta abajo otro kilómetro y medio. Misma calidad, con algo menor de cantidad, pero que en conjunto con la bajada anterior, se convertiría en el tramo estrella de la marcha, por goleada. Cinco estrellas, dos olas, tres ovaciones, cuatro lágrimas y una sobredosis de adrenalina que me dejarían suave como un guante para el resto de la marcha. En torno al km 57 llegué a Rimor, penúltimo avituallamiento, donde repuse a base de barritas, plátano, aquarius y… ¡cerezas del pueblo, recién cogidas! Así sí que se puede subir lo que haga falta, ja ja. Hablando un poco con los del avituallamiento, que también eran miembros del “Club Rutas del Bierzo”, entidad organizadora, me contaron un poco sobre el trail que habían hecho también recientemente (seguramente sería del gusto de Jorgt). Uno de ellos había estado muy implicado, y nuevamente se trabata de otro cacho de cuero curtido y huesos, de cincuenta y tantos. Era un indicio más del por qué de la altísima calidad del recorrido. Esta gente se conoce el monte a conciencia, y puedo aseguraros que no es un monte fácil de conocer. Pronto me volvería a poner en marcha, y seguiría visitando castaños, por sendas anchas, pistas rotas, hasta que, en el km 63 me espera la subida de Valdecañada, regalito de la organización, como cortesía por haber tenido que quitar el tramo del monte pajariel, por culpa del Campeonato de España de Rallies de Tierra. Otro rampón más de los de comprobar y comprobar que no, no quedaban más piñones que subir. Tras abandonar Rimor, el paisaje comenzaba a cambiar, puesto que empezaba a alejarme poco a poco de los Montes Aquilianos para acercarme a Ponferrada. Los km pasaban, y ya empezaba a oler a meta, pero los organizadores todavía guardaban algún cartucho, aunque bastante más dentro de lo estándar, como la senda paralela al río entre Villanueva y San Esteban de Valdueza. 1,5 km de diversión cruzando el río un par de veces. Despedí el río con otra trepada, corta pero dolorosa, y arriba me encontré con el último avituallamiento, en el km 70, donde me dijeron que ya todo era falso llano y cuesta abajo hasta meta… Casi era cierto. A partir de ahí sería un tramo pistero y fácil, en el que poder pensar en todo lo que llevaba a mis espaldas, y saborear el regustillo de todo ello. Como un tonto, en pleno ataque de euforia, no podía parar de reír y reír, a carcajada limpia. Teniendo ya Ponferrada al alcance de la mano, me desviaron por una senda de aluvión, con unos cantos redondos, grandes como mi cabeza. Crucé el río Boeza por una represa, mojándome un poco los pies, y terminando de lavar la cadena. Pero ya daba igual, tan sólo quedaban unos pocos cientos de metros. Estaba a nivel del río Sil, debajo del puente que sube al Castillo, y yo me preguntaba por dónde era, ya que había una bifurcación, y era la única de toda la marcha que estaba sin señalizar (algún gracioso se la habría llevado). Elegí seguir paralelo al río… y acerté. Me encontré de lleno con la “sorpresa” de la que todos hablaban. Un rampón que subía desde el río hasta la altura del castillo, lo que equivale a unos 50 m de desnivel, en un tramo cortísimo, con una pendiente del 2X%, así para terminar. Tras el latigazo de la rampa sólo quedaba bordear el castillo por su cara este y entrar en meta cuesta abajo, con un tiempo de 6h38, lo que hace que me sorprenda a mí mismo, puesto que yo calculaba rondar las 7 h. Con todo el subidón, solté la bici y me fui derecho al grifo de cerveza, que estaba perfectamente acompañado por unas empanadas enormes, tanto de acelgas como de atún, de las cuales di buena cuenta, y como Sara estaba de comilona con mis primas, me tomé la recuperación con toda la calma del mundo… y había barra libre, je je. En resumen, para mí, el hecho de hacer esta marcha significaba muchas cosas. Ha sido mi primera marcha en mi tierra, ha sido mi primera marcha de “altos vuelos” (teniendo en cuenta la proporción distancia-desnivel acumulado), y ha significado la culminación a mi entrenamiento de este año, con el valor añadido de que he conseguido cubrir el expediente con nota y, lo mejor de todo, sin tener sensación de fatiga extrema, ni agujetas, ni nada por el estilo. En cuanto a la marcha, he de decir que soy poco objetivo, por supuesto, pero: · Recorrido de 10, en cuanto a variedad, calidad, señalización, dificultad, entorno, … Simplemente espectacular, tanto cuesta arriba como cuesta abajo. · Organización mejorable en lo que a publicidad e información se refiere. Pero durante la marcha me quedó muy claro que es una marcha sin pretensiones de masificación, hecha por los de aquí para los de aquí, que no se la pierden, y para disfrute de los afortunados que llegan a saber de ella. En cuanto a la cena en el Castillo Templario, yo me la perdí, pero con todos los que hablé durante la marcha, me dijeron que era lo mejor de la marcha… Yo tuve cenorra casera con mi familia, que al fin y al cabo, por aquí me dejo ver menos de lo que quisiera. Me reafirmo en mis palabras: ¡¡LA MARCHA MÁS ESPECTACULAR Y COMPLETA QUE HE HECHO EN MI VIDA!! P.D. No recomiendo para nada, viajar hasta Ponfe, alquilar casa rural para varios días, conocer la zona, comer bien, beber mejor y hacer esta pedazo de marcha… ¡¡PARA NADA!! Por cierto, he añadido fotos y vídeos que no son míos, ni de la marcha, pero que vienen muy bien para poneros en situación... No me odiéis mucho por la crónica más despiadada de todas las mías.
¿Alguien se acerca a la sierra este domingo? He visto que hay rutas por Patones, que no queda lejos, y yo no conozco rien de rien por ahí.
Mario CRONICON!!! He de reconocer que tiene una pintaza pero la foto de pizarras de la 'subida infernal' ' me la ha puesto especialmente dura Enviado desde mi iPhone utilizando Tapatalk
